lunes, 21 de julio de 2008

¡¿Por qué yo?!




Introducción.

Muchas veces, cuando no comprendemos porque Dios permite adversidades, enfermedades, problemas económicos, situaciones difíciles en nuestras vidas, nos preguntamos, a manera de queja contra Él, ¿Por qué a mí?

Nuestra confusión es tal, que no pensamos que tantos inconvenientes tienen un propósito: guiarnos a ser como el Padre quiere que seamos, sujetos a su Espíritu, atentos a su palabra, amorosos, gozosos, pacientes, benignos, bondadosos, llenos fe, humildes, disciplinados, es decir: exitosos, prósperos, felices...

Generalmente, atribuimos nuestras circunstancias adversas a otros y, cuando vemos a algún hermano en desgracia, o analizamos nuestra situación personal, inmediatamente sacamos en conclusión que está siendo “tratado por Dios” o, incluso, "maldecido"...

¿Quién tiene la culpa?

Juan 9:1-3
(1) A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. (2) Y sus discípulos le preguntaron: --Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? (3) --Ni él pecó, ni sus padres --respondió Jesús--, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.

Muchas veces vivimos circunstancias de vida difíciles, provenimos de hogares disfuncionales, en los que ha habido abandono, alcoholismo, violencia, abuso… no entendemos porque nos ha tocado vivir así, sólo preguntamos ¿por qué yo Dios?, la Biblia nos responde: que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.

Ese hombre ciego, había nacido así, no había ocurrido nada para, ni enfermedad, ni accidente, ni descuido que le haya cegado, parece injusto, sin embargo había ocurrido así porque el Todopoderoso tenía un propósito.

Debemos entender que, si bien es cierto la justicia de Dios se manifiesta a través de las consecuencias que tienen nuestros actos, ya hemos sido perdonados y justificados por medio de Cristo y que no podemos vivir pensando en culparnos ni culpar a nadie de lo que nos pasa, sino buscar darle sentido a nuestro actuar cotidiano.

Juan 9:4-7
(4) Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar. (5) Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo. (6) Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, diciéndole: (7) --Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía.

“Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar” Una frase sumamente interesante que sale de la boca del Cristo, primero deja a un lado los prejuicios y después explica cómo tenemos que encarar esas problemáticas que nos parecen sin solución, injustas o que nos llenan de culpa, angustia o vergüenza:

• Jesús expresa que él tenía una obra concreta (propósito) que hacer en el mundo, con cada detalle arreglado y dispuesto para él.

• que todo lo que él hacía en la tierra no era sino “la obra de Dios”, particularmente el “andar haciendo el bien”, (aunque no exclusivamente por milagros).

• que cada obra tenía su tiempo y lugar precisos en su proyecto (propósito) de vida.

• que su actuar tenía un tiempo definido, y que la obra debería hacerse en ese período de tiempo.

• que él obraba siempre bajo el impulso de estas consideraciones, como hombre, pues “la noche viene, cuando nadie puede trabajar.”

Es interesantísimo que JesuCristo dice "tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió", en plural, lo dice a sus discípulos, lo dice ahora, a nosotros, ¿de que obra habla? la obra de Gracia del Eterno, ser luz a través de nuestras vidas para quienes nos rodean...

Juan 9:5
(5) Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo.


Mientras Jesús, Yeshúa Ben Yosef estuviera físicamente en el mundo, él reflejaría la luz del Todo Poderoso, del Padre Celestial a través de su conducta, acciones, enseñanza, a través de su vida nos mostraría por qué es llamado Ben Elohim, Hijo de Dios.

Juan 9:6
(6) Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego…

Parecería que Jesús usa alguna forma de magia cuando en otras ocasiones sólamente pronuncia palabras, ahora usa polvo de la tierra y saliva, ¿por qué lo haría? sería absurdo suponer que JesuCristo enseñaba a escupir y hacer lodo para sanar a las personas, no es más que un símbolo, no una receta mágica, Jesús el Cristo, el Verbo creador encarnado (Juan1:1-3,14), forma barro del polvo de la tierra (Génesis 2:7)  Yeshúa nos muestra que en él reside el poder creador de vida, el poder que lo haría resucitar de entre los muertos, el poder y autoridad para "reparar" la vida física y espiritual del ser humano; este versículo nos enseña que nadie puede complementar la obra creadora del Eterno sólo el Cristo, el Verbo, el Espíritu Santo de Dios.

Juan 9:7
(7) --Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía

(Cfr. 2Reyes_5:10 y 5:14). La purificación mediante el agua o bautismo, era una práctica común entre los hebreos del primer siglo y Jesús la utiliza como símbolo: para tener sanidad, vista, es necesario ser limpiado, lavado y purificado… Otra vez JesuCristo hace una alegoría del plan divino de salvación, necesitamos ser "bautizados" en el bautismo de Jesús (Romanos 6:4, Colosenses 2:12, 1 Pedro 3:21)

Por otra parte llama la atención el nombre del estanque al que es enviado el ciego: Siloé, Shiloaj que proviene de la raíz hebra: Shelakj, Shalákj; que significa enviar lejos. El texto evangélico lo traduce como “enviado”, la palabra apóstol, Shaliaj, en hebreo, tiene la misma raíz. Entonces, en un juego de palabras Jesús manda al ciego de nacimiento (y nosotros somos ciegos de nacimiento hasta que Dios nos da luz y "vista" espirituales) al "estanque del Enviado", lo envía a que se sumerja en las aguas y sea limpiado y purificado, ¿quien es el enviado? (cfr. Juan 9:4) ¡el mismo Cristo! que antes declarara "tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió" por tanto Él es el Enviado.

Cuando el Eterno ha decidido un propósito para nosotros, aún en nuestra ceguera espiritual, nos prepara, nos limpia en las aguas del estanque de su Gracia en el que podemos arrojar, dejar, descargar, sacar nuestra vida pasada, nuestro viejo yo, para que a la Luz de una nueva perspectiva de vida, en Cristo (2 Corintios 5:17) podamos entonces cumplir con nuestra misión en esta tierra.

Gracia y Paz (Shalom Ve Jésed)

Alfonso Xavier Fierro Fernández
Casa de Oración para las Naciones

Mensaje del domingo 20 de julio de 2008.



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